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CIELITO SWEET

La orquesta es sweet y nos invita a imaginarnos el espectáculo bello e ideal al que aspiramos pertenecer, ese gran espectáculo en el que todos tenemos un personaje que nos gustaría interpretar para dejar de ser lo que somos; la bailarina busca ser adorada por su delicadeza y vulnerabilidad de mujer, pero algo no está bien, la bailarina es madre, es mexicana y la ficción se le desaparece de las manos, se le pierde y va perdiendo también su capacidad para negar la realidad. Continúa la danza, pero la realidad tragicómica nacional le cae encima a pedazos y se convierte en la nueva estética del espectáculo cotidiano: la matanza.

Video de la obra completa/Full video

DESCRIPCIÓN

Por medio de recursos del cabaret, del biodrama, del performance y de la danza contemporánea, “Cielito sweet” retrata la vida de una mujer mexicana en distintos contextos. Es la mujer sometida, confinada a sus deberes de hogar y de madre; es la mujer de sexualidad bloqueada que existe para su misión de servir al otro; es la madre, la buena madre, la que deja de ser persona y de tener aspiraciones propias para ocuparse en tiempo completo de su absoluta responsabilidad. Este espectáculo busca representar la pérdida, la desaparición, la matanza, la negación de la realidad que se vive en nuestro país; y es, también, un retrato de la frustración y de la resignación ante el contexto violento que se ha convertido en estética nacional: apropiada y asumida con naturalidad por los mexicanos.

 

En una plástica de la escena que sintetiza la mexicanidad, una bailarina de ballet, destinada a contar una historia que la estereotipa, termina dejando entrever su propia realidad que es, al mismo tiempo la historia de nuestra patria, ultrajada y violentada hasta el acostumbramiento. Este es un lamento expreso con un toque de ironía, el humor característico con el que el mexicano intenta sobrellevar su dolor.

 

La bailarina pierde la ficción, pierde su creación, pierde al hijo, y al quedarse sin esa ilusión convenida, se queda sin más historia que la propia, la de la bailarina real, la preocupada por el contexto en el que crecerá su hija, mexicana también, de piel morena, de ojos grandes y cejas tupidas. Es esta preocupación la que evoca los feminicidios y las masacres que se han instituido en nuestro país con declarada impunidad como en los eventos ocurridos en Cananea, Sonora (1906); Guerrero (1960), Tlatelolco (1968); Ciudad de México (1971); Aguas Blancas, Guerrero (1995); Acteal, Chiapas (1997); San Fernando, Tamaulipas (2010); Tlataya, Edo. De México (2014); y en Ayotzinapa, Guerrero (2014).

Créditos

Dirección:  Gilberto Corrales

 

Coreógrafa e Intérprete: Briseida López Inzunza

 

Asesores Coreográficos: Victoria Reyes y Raúl Navarro

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